Amazon y Kindle son los únicos Editores y distribuidores Legalmente autorizados
para toda Latinoamérica y el resto de países del mundo.
©2004-2013Carlos Echeverry Ramirez
Autor en Frankfurt Alemania año1985
©2004-2013 Arte en portadas, fotografías y textos:Carlos Echeverry Ramírez
Crónicas y anticrónicas de Barcelona(I) fragmento Libro escrito en el año 2004
Cuentan al otro día que la negra Isabel se
levantó muy tranquila esa mañana para hacer una aguapanela, cocinar unos
plátanos y fritar el pescado, como era su costumbre. Se encomendó a Dios por su
vida, besó el escapulario y la medallita de San Benito con fervor que le había
regalado el cura Óscar; prendió el fogón en la parte trasera de su rancho,
atizaba los maderos y avivaba la llama tarareando una melodía y entre bostezos
miraba también entretenida el río, al igual que todos los días. Y creyó en un
instante que estaba alucinando al ver un brillo extraño en el río. A unos
cincuenta metros de distancia dentro de las anchas y apacibles aguas. ¡Muy
extraño!... -pensó la negra Isabel-, y caminó fuera del fogón.
Más rara se
sintió cuando vio que eso que brillaba como un espejo parecía llamarla desde el
playón. Caminó nerviosa por el camino con dirección a la orilla del río, sacó
de entre sus caídos y arrugados senos el escapulario con la imagen de José
Gregorio Hernández, la Virgen de Guadalupe y la medallita de oro con la cara de
Simon Bolivar y lo besó otra vez sintiéndose invencible en su fe, deseando que
las serpientes se alejaran de su camino y no estuvieran por esos lados porque
con la creciente del río y la luna llena de la noche anterior era el momento
indicado para que estuvieran por el lugar.
Llegando asustada a la orilla del río y
dándose la bendición otra vez para mirar mejor lo que la extrañaba, sólo pudo exclamar
asustada: Dios mío... ¿qué es eso? Luego caminó un poco más a un pequeño alto
en la orilla del río para poder apreciar con mayor claridad lo que había visto
con desconcierto desde su rancho y en el corto camino recorrido.
Se puso como pudo las destruidas gafas con un
solo vidrio plástico de su difunto marido y logró distinguir en la distancia a
un hombre muy dormido en la paz eterna entre el brillo de las mansas aguas y
las blancas piedras del río. Muy quieto allá en las anchas y titilantes arenas del
playón. Asustados y aterrados quedamos nosotros los
del grupo de rescate del cadáver cuando fuimos a recogerlo y encontramos al
muerto en el playón del río.
El cuerpo estaba en posición muy rara e
ilógica, como si se hubiera recostado lentamente y acomodado con toda
tranquilidad en un montículo de arena del playón. Este cadáver se nos
presentaba como recién bañado y afeitado. Con toda su ropa todavía en él.
Algo sorprendente para todos los que estábamos
presentes. Mientras fumábamos y amarrábamos la lancha pudimos observar que el
cadáver del hombre negro conservaba aferrada a él una antigua y muy bella cruz
de plata en la mano izquierda y en la cual estaban escritas las palabras: Toht.
Terminando mi cigarrillo y mirando eso tan
raro en ese cristiano con esa posición en la arena del playón, pude observar
como todos los presentes en ese instante del rescate que el rostro del difunto
se veía en mucha paz. La expresión del rostro que mostraba nos
indicaba que había muerto sin ninguna pena. Mostraba una sonrisa santificada y
plena, que lo hacía parecer como un iluminado. Como un escogido entre todos los
hombres de esta tierra y todos creímos con certeza después de observar
detenidamente su cuerpo y su cara en ese instante que quizás estaba
predestinado a reencarnar en pocos días en un ser especial. O en un ángel en
nuestra vida por venir. En un Cristo negro.
Todos asustados y después de prender otro
cigarrillo no sabíamos qué hacer en ese instante y ante este cuerpo negro.Era algo nunca visto por nosotros. También
discutimos y estuvimos de acuerdo los del grupo de rescate que este iluminado,
este escogido, además de parecer en ese momento un Cristo negro parecía que
estuviera despidiéndose muy feliz de la ingratitud, la violencia y la avaricia
del hombre blanco en todo el mundo y en toda la historia de este universo. En horas de la tarde, ya muy cansados y con
hambre, al llegar en la lancha al muelle de Guapí nos sorprendió ver la inmensa
romería de personas. Nunca se había visto tanta gente para ver un muerto en el
pueblo. Aunque este muerto era muy diferente. En ese instante nos encontrábamos
con algo desconocido.
No entendimos por qué tanta gente lo esperaba
en el embarcadero si horas antes nadie en el caserío sabía de su llegada. -A
ver un trago doble por favor ¡Salud para todo los presentes! Como les iba
contando, a su entierro vinieron muchos que no lo conocieron en vida.
Asistieron todos sus familiares y amigos, hasta los perros de los otros
caseríos también vinieron y aullaron en forma extraña a la luna llena dos
noches seguidas. En el río los peces brincaban fuera del agua como nunca antes.
Algo muy raro y nunca visto con un muerto.
Lo más extraño era que todo el mundo quería
estar cerca del difunto, conocerlo o alcanzar a tocar su cuerpo. Para así
lograr sacar de él y guardar en ellos un poco de paz y tranquilidad que este
Cristo negro trasmitía y que sintió toda la gente de Guapí cuando llegamos con
su cuerpo. El entierro fue el más grande que se conozca
en la vida de mi caserío y del pueblo. No hubo fiesta como ocurre con los
entierros de los niños negros. Por eso cuando un niño negro nace todo el mundo
llora. Sabemos que viene a sufrir y a llorar las injusticias del hombre blanco
y cuando muere un niño negro todo el mundo canta y es alegría plena porque por
fin dejó este triste e injusto mundo del hombre blanco.
Continua.....en libro en venta por Amazon y kindle en exclusividad.
Para su compra ahga click en el enlace
Para su compra ahga click en el enlace
cato3000@twitter.com
fitofeliz@hotmail.com
fitofeliz@hotmail.com