
El último Viaje--Carlos Echeverry Ramírez-Colombia
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Para quien más lo merece en Argentina...
Y para aquellos que siempre llevan Alegría y PAZ en su corazón.
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El último Viaje
No tenía más alternativa. Cogí el morral, me lo eché en la espalda y crucé todo el pueblo con su alcaldía, iglesias, los pastores y sus cabras blancas haciendo el armonioso tilín-tilín de las campanitas en el cuello.
Llegué a la estación del tren, era una estructura muy bien conservada, de ladrillos rojos y flores en sus ventanas; abrí la puerta principal, paré y contemplé todo el interior.
Caminé cruzando las taquillas a la izquierda con sus funcionarios trabajando en ellas. Entré por la gran puerta que comunicaba a las plataformas de llegada y salida de los diferentes trenes, la crucé y busqué la indicada para el norte, con rumbo a Ginebra o cualquier pueblo o ciudad que me quedara cerca con la frontera francesa. Y que era donde necesitaba coronar ese día.
Encontrando la que necesitaba, observé con cuidado las diferentes personas. Estaba distraído analizando a la gente que entraba y salía del edificio; el diseño, el número de líneas para trenes; el acceso para los carros de la policía, carros de bomberos y ambulancias y el acceso para los minusválidos, todo perfecto. Todo milimétricamente calculado y con la perfección de sus famosos relojes suizos, cuando escuché, asustado y con angustia, el sonido del silbido del tren que me llevaría a Ginebra.
Di unos pasos hasta la ventana y la abrí. El aire del frío invierno se dejó sentir con dolor. Instintivamente mi cuerpo reaccionó y mi mente se transportó a las cálidas noches del trópico, donde uno duerme sin ropa, sobre hamacas y chinchorros, arrullado por el sonido de las olas y el susurro de la cálida brisa del mar Caribe.
Con tristeza recordé la última vez que salí de Colombia, completamente desilusionado, porque en aquella bella tierra sus millones de gentes pobres y sus pocos ricos se están matando, o los están matando, por culpa de la ambición, por culpa del poder, por querer ser dueños de un modelo político-económico, copiado de las naciones mal llamadas desarrolladas, sin humanismo, sin principios éticos y morales y sin compasión para con los menos favorecidos; un sistema corrupto que está destruyendo la ilusión; que está destrozando la vida misma, arruinando y matando a todo el que critica tan mezquinas ambiciones materiales.
Allí en esa hermosa región, al igual que millones de campesinos y gentes de bien, lo perdí todo. Sí, todo, ¡todo! y lo peor, también perdí hasta la esperanza y la ilusión de vivir.
Por esa crítica situación se fue mi adorada esposa y mujer de muchos años compartidos. La última vez que la vi recuerdo que entró por una puerta del aeropuerto en Bogotá y nunca más la volví a ver.
¡Sí, así de sencillo!, y atrás quedaron las muchísimas noches compartidas. Se llevó mi corazón, y sólo me dejó un adiós.
Después de ella, con profundo dolor y sin un lugar adónde ir, y completamente desmotivado para todo y por todo, vendí mi viejo auto Mercedes Benz y comprando un tiquete dije: ¡los que se van!, y me fui, esta vez a Toronto, Canadá.
Continua.....
Carlos Echeverry Ramirez-Colombia
Diciembre 28 del 2006 en Toronto -Canada
fitofeliz@hotmail.com
www.carlosecheverryramirez.org
Publicado por Palabras y Silencios... en 5:37 AM Enlaces a esta entrada