jueves, julio 20, 2017

Crónicas de New York-- 2017





©2009-2017 Carlos  Echeverry  Ramírez (Colombia)
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Crónicas de New York
Al regresar de Argentina, a finales del mes de mayo del año 2008 empezaron a suceder hechos que eran desconocidos para todos los residentes en el edificio donde vivo.
Primero fueron los llantos desgarradores  y con frecuencia,  no determinada,  de una mujer al amanecer.
Llantos imparables qué en estos momentos pienso ¿si yo era el único que los escuchaba en él edificio? o si los otros vecinos también.
Ese llanto me aterraba. Y no me dejaba dormir.  Y cuando lograba conciliar el sueño del llanto de la desesperada mujer en las noches, en otros días y horas diferentes del amanecer; eran otros los llantos de una bebé. Y llantos estos  qué  me hacían sentir la fragilidad del ser humano y de la soledad de las personas o de la impotencia ante ciertas circunstancias y en las cuales vivimos todos.
Lo peor para mí en esas noches y amaneceres y lo más angustiante de todo, era la imposibilidad de poder ubicar, de donde venían, o provenían los llantos de esa Mujer y esa Bebé,  para poder ir y tratar de calmar ese dolor o ese sufrimiento de las dos.
Así continuaron los meses y los llantos se fueron distanciando en la medida del tiempo.
Sin embargo…  una noche cerca de las 23 horas  escuché en la puerta de mi vecino del frente unos golpes muy violentos que me hicieron pensar que la noche traía algo inesperado y no conocido en el edificio donde vivo. ¿Carajo qué está pasando? recuerdo que me pregunté asustado.
Y sin nervios  caminé hasta la entrada de mi apartamento,  abrí la puerta y encontré una mujer cercana a los cuarenta años.
Extremadamente bella, alta y cabello negro tirando a rojizo, muy delgada, ---quizás demasiado-- con unos ojos azules y una característica ya conocida y muy definida en ellos. Y en ese tipo de mirada, que conocí en otro ser humano y en años  ya muy lejanos de mi vida…
Es decir una mirada fría sin expresión alguna en ella.
Al abrir mi puerta y encontrarla en el corredor frente a la puerta del vecino desconocido, la miré cauto sorprendiéndome con  la  belleza de esta Mujer y su  extraña mirada.
Ella me observó en ese instante unos breves segundos con mirada inexpresiva…ojos vidriosos. Nos miramos a los ojos los suficiente para reconocernos el uno al otro.
No cruce palabra con ella. La miré toda, y me entré de nuevo a mi apartamento.
La extraña mujer suspendió los fuertes golpes a la puerta con sus pies…
Ya dentro de mi apartamento y después de los hechos narrados, puse la música del “todas las mañanas del mundo” del film de Cirano de Bergerac (Gerard Depardue) traté de dormir –no pude-- y al cabo de unas dos horas y sorprendido de la violencia de esta chica hacia la puerta, medité unos momentos sobre su acto irracional y decidí volver a mirar al exterior de mi apartamento y la puerta del vecino para saber ¿Qué había pasado con la mujer, en la puerta del vecino y que solo vi unas dos veces en mi vida?.---ya que solo unos meses antes se había cambiado a este lugar--. Mi susto y sorpresa fue sin límites al encontrar en el piso del corredor a la Mujer durmiendo allí,  y usando como almohada su pequeño morral y sus pertenencias a pesar de las bajas temperaturas de la noche.
No supe que hacer. Sin conocerla y habiendo escuchado la violencia sobre la puerta del apartamento del vecino y para evitar problemas volví a entrar en mi lugar.
Recuerdo que me fue imposible de dormir esa noche pensando en la mujer durmiendo en ese piso frio y sin una manta ni nada. Mientras la noche pasaba me preguntaba esa noche si el chico ¿ no estaba? o ¿qué problema existiría entre ellos para que no abriera la puerta a esa chica? y otra cantidad de cosas vinieron a mí mente en esos momentos y en esas me pasé toda la noche.
A la mañana siguiente cuando salí para la biblioteca de la universidad a una conferencia que tenía que dictar sobre algunos temas de la violencia contra la Mujer en Colombia y Latinoamerica de mi primer libro titulado “el último viaje”, La mujer ya no estaba acostada en el helado piso y  frio corredor del edificio. Caminando con dirección al metro me hice varias preguntas. ¿Qué habrá pasado con ella? ¿Entró al apartamento? ¿Se fue? ¿Se perdonarían sus errores de meses pasados? Y así en esas preguntas que me hacía, me fui a la conferencia.
Los meses fueron pasando y la vida siguió con sus rutinas habituales y era siempre la misma historia cada dos o tres semanas…
Los llantos de la mujer al anochecer y los llantos del bebé al amanecer. Y las respectivas visitas de la bella mujer de ojos azules, extremadamente delgada con patadas y puños a la puerta para entrar en el apartamento del vecino desconocido…
Nunca más volví a mirar o abrir la puerta para observar la mujer bella y violenta…pero una mañana hace unos días y como cosa no extraña, me llegó de la Argentina un regalo, --un sobre muy grande-- por el correo.
Lo reconocí de inmediato y me reí recordando momentos felices y recordé todo lo vivido en tiempos pasados y felices en la tierra de Gardel ….allá en el  litoral santafesino y con la inolvidable última noche en Buenos Aires.
Cerré la casilla del correo y subí al apartamento y observando detenidamente el regalo tan inesperado y lindo. Alguien tocó la puerta. Precisamente ese día en que me llegó el regalo  de la Argentina.
Abrí la puerta del apartamento y era la ¡Policía!.
Muy amables y profesionales  en Canadá. Salude al agente y escuché su pregunta.
¿Escuchó algo raro anoche en el corredor? Aquí donde su vecino al frente. Preguntó.
Mientras me señalaba la puerta diagonal a la mía…
Yo le respondí : Si anoche al llegar a las 23 horas aproximadamente estaba una mujer durmiendo a veces sentada o acostada en el piso,  frente a la puerta de ese apartamento y como era ya habitual algunas noches los últimos meses por parte de ella..
Esa era una mujer muy bella que siempre que venía agarraba la puerta a patadas y golpes y luego a veces entraba y otras veces no y dormía en el corredor.
Nunca cruce palabra alguna con ella desde mi regreso hace unos meses de Argentina le dije al oficial de la policía.. Fue todo lo que hablé.
 ¿No escucho nada raro? Si cerca de las dos de la mañana escuche a lo lejos que una pareja discutía en forma muy agresiva pero no puedo ubicar de que apartamento eran los gritos ni la discusión o sobre que discutían..
¿Por qué? ¿Que pasó? Pregunté asustado.
La mujer amaneció muerta hoy en la mañana dentro del apartamento de su vecino..
Fue la respuesta del agente. Me quedé frío …
Puse el regalo  que me había llegado esa misma mañana de la Argentina y me puse a pensar en la fragilidad de todo.
Al pasar los días se conocieron las causas de su muerte por los médicos forenses.
La mujer había muerto por: Sobredosis de Heroína...
Y como cosa extraña en el corredor esa mañana del levantamiento del cadáver quedó al exterior una silla. Y hoy me pregunto ¿si en ella se sentaba a tomar café esa bella mujer? Si se sentó en ella a reír, escribir, a pensar, y si:  ¿Ella también escuchó las muchas veces el llanto de aquella mujer y de esa Bebé que yo también escuché tantas noches en meses pasados?
En Toronto febrero 10 del 2009
©2009-2017 Carlos  Echeverry  Ramírez (Colombia)
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